Sindicalismo y violencia en Catalunya (1902-1919)

La violencia ha constituido un aspecto recurrente en la historia del movimiento sindical, tanto desde el punto de vista de la ejercida por sus militantes y simpatizantes, como por la sufrida en manos del Estado y fuerzas ligadas al mundo empresarial. Desde su surgimiento, las organizaciones de trabajadores transgredieron con su mera existencia los límites jurídicos e ideológicos de las nuevas sociedades surgidas de las crisis del Antiguo Régimen; por otra parte, el repertorio de acciones colectivas empleados, con su preferencia por la huelga y la movilización en las calles, chocaba frontalmente con la defensa del llamado orden público, aspecto fundamental para la mentalidad de las élites decimonónicas. De este modo, durante buena parte del siglo XIX el movimiento obrero fue percibido por parte de las élites dominantes como una amenaza para los fundamentos mismos del régimen capitalista, temiendo en particular que se constituyera en una plataforma subversiva para la acción de fuerzas revolucionarias. Este temor se tradujo en duras respuestas represivas en contra del movimiento sindical, cuya intensidad se fue atenuando en una parte importante de Europa occidental entre finales del siglo XIX y comienzos del XX. Las profundas transformaciones en todos los ámbitos de la sociedad durante este período, unidas a la perseverancia y crecimiento del movimiento obrero organizado, impusieron un cambio de tendencia que significó una paulatina integración de los sindicatos en la vida política y económica de la sociedad, en el marco de una renovada concepción del rol del Estado ante la “cuestión social” y la consolidación de la hegemonía del socialismo reformista al interior del movimiento obrero europeo.